Muchas personas son engañadas, cuando les dicen que las imágenes o esculturas religiosas son solo representaciones de Dios y de los santos y que eso no es idolatría.
Esas supuestas representaciones son respetadas, horadas, reverenciadas, veneradas, besadas e idolatradas.
Las personas oran y claman a esas imágenes convirtiéndolas en sus ídolos.
Además, en ninguna parte de la Santa Biblia dice que oren y clamen a los santos y los tengan por ídolos.
Solamente hay que orarle a Dios, al señor Jesús y al Espíritu Santo, es decir, a la Santísima Trinidad, quienes son un solo Dios.
La idolatría es una práctica muy común, pero no solo es idolatría la honra o reverencia a las imágenes o esculturas religiosas,
Encontramos muchas clases de idolatría, el principal ídolo de nuestros días es el dinero, pues por el amor al dinero, las personas hacen todo lo imposible para obtenerlo y mantenerlo.
Para muchos, el dinero está por encima de Dios y de sus familias.
Es tanto el amor al dinero, que no les importa pasar por encima de quien sea, para poder obtenerlo.
Esta es la razón por la cual, en todos los gobiernos hay corruptos, que solo llegan al poder para enriquecerse.
Por el amor al dinero, las personas son capaces de asesinar a sus propios padres y hermanos.
Otra clase de idolatría es el excesivo afecto demostrado a los artistas en general.
Sobre todo, los jóvenes pierden el control cuando están frente a sus actores o cantantes favoritos, de hecho, los llaman sus ídolos.
Otra forma de idolatría es poner a los hijos, padres o cónyuge por encima de Dios; Muchas personas que se dicen ser cristianos prefieren agradar a su familia y desagradar a Dios.
Si la familia le prohíbe asistir a la iglesia, simplemente no va para no desagradarlos.
Todo lo anterior lo podemos confirmar en Éxodo 20:3-6 No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.