Los hijos son una bendición de Dios, y es nuestra misión educarlos con amor, comprensión, tolerancia y buen ejemplo. “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre”. Salmo 127:3
Debemos reconocer y aplaudir sus logros, pero también debemos reprender sus malas acciones. Pero reprender no significa golpear, sino dialogar.
Educarlos en el amor de Dios, enseñándoles desde pequeños, la palabra de Dios y sus mandamientos; para que anden por el buen camino, siguiendo los pasos del señor Jesús.
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Deuteronomio 6:6-7
A medida que crecen, debemos velar por que no se desvíen del camino recto, pero hay que hacerlo con razones, no con imposiciones; recuerden que la mejor forma de enseñar es con el buen ejemplo.
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. Efesios 6:4