La base de un matrimonio feliz.

La unión de un hombre y una mujer debe ser tomada en serio, y pensar que va a ser para siempre; no se deben unir pensando que es temporal, que es probando para ver qué pasa… Si es así, es mejor que no lo hagan, pues van a sufrir porque van con la intensión de separarse y no van a esforzarse para hacer que el matrimonio funcione. Tampoco se unan pensando en ser felices, porque cada uno pretende ser feliz y no le va a importar la felicidad del otro. El secreto de la felicidad en el matrimonio está en pensar que se casa para hacer feliz al otro, y así lograran ser felices ambos.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; (1Corintios 13:4-5)

Por naturaleza el hombre y la mujer no les gusta estar solos, razón por la cual debe encontrar una pareja que los complemente. Debe ser sin ningún interés material, solo debe ser por amor y que sean afines, pues de no ser así ambos serán infelices, además, deben pensar en sus hijos quienes serán los que más sufran por sus malas decisiones.

El matrimonio no es fácil, pero si sigues las enseñanzas de Dios y le pides sabiduría en sus decisiones, podrán superar todos los obstáculos que se les presenten.

 ¿No han leído —replicó Jesús— que en el principio el Creador “los hizo hombre y mujer”, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, ¿y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. (Mateo 19:4-6). 

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