Los hijos son una bendición de Dios, pero de los padres depende si crecen como bendición o maldición.
Los niños cuando nacen son un libro en blanco, puros y sin mancha, son las vivencias y enseñanzas de los padres los que van escribiendo sus actitudes, su moral, sus principios, su ética, etc.
La principal y única forma de enseñarle a un niño es con el buen ejemplo; no se puede pretender enseñar una cosa y hacer o vivir otra totalmente diferente.
De hecho, más vale una acción que mil palabras.
El niño siempre se fijará en el comportamiento de los padres, independientemente de lo que constantemente le estén enseñando o diciendo.
En Proverbios 29:17 dice: Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma.
A un niño, desde pequeño es necesario corregirlo, y hacerlo con amor, dialogo y mucha tolerancia.
Cuando no se corrige y se le permite que haga todo lo que quiera, llegará un momento en el cual ya no se dejará corregir y se convertirá en un dolor de cabeza para los padres.
Por otro lado, no se justifica la violencia con un niño, pues violencia genera más violencia. Además, la violencia es traumática y cuando crezca tendrá consecuencias negativas.
Un niño o niña violentada será un hombre o una mujer resentida o traumada, con deseos de venganza.
Muchos ancianos son votados a la calle porque están recibiendo lo mismo de lo que sembraron.
Un hijo en abandono que vivió constantemente bajo violencia física o psicológica va a hacer lo mismo con sus padres cuando lleguen a viejos.
La mejor forma de criar a un hijo es bajo los principios y enseñanzas de Dios.
Dios nos manda guiar a los niños bajo sus enseñanzas o preceptos, con lo que se garantiza una crianza con excelentes principios y virtudes.
Lo anterior lo podemos ver en Deuteronomio 6:6-7 que dice: Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
Lo que el niño aprende en sus primeros años de vida es la base o guía con la cual va a dirigir toda su vida.
Queridos padres, en sus manos está el futuro de sus hijos.