Desde el momento que hacemos un pacto con Dios, para que Él sea nuestro Padre Celestial y nosotros sus hijos, debemos serle fiel en todo.
Dios estará siempre en primer lugar, en nuestros corazones, en nuestra mente, en nuestra vida.
Ni siquiera nuestros hijos o nuestros padres estarán por encima de Dios.
No tendremos otros Dioses, no adoraremos imágenes, ni mucho menos a un hombre.
Dios es único, omnipresente, omnisciente y omnipotente.
Dios no nos pide que le hagamos votos, promesas o sacrificios, pero si lo llegamos a hacer por voluntad propia, debemos cumplirle,
Deuteronomio 23:21-23 Cuando hagas un voto al SEÑOR tu Dios, no tardarás en pagarlo, porque el SEÑOR tu Dios ciertamente te lo reclamará, y sería pecado en ti. Sin embargo, si te abstienes de hacer un voto, no sería pecado en ti. Lo que salga de tus labios, cuidarás de cumplirlo, tal como voluntariamente has hecho voto al SEÑOR tu Dios, lo cual has prometido con tu boca.
A Dios no le gusta compartir su primer lugar con otros Dioses, es decir, no podemos adorar a Dios y a otras cosas materiales como el dinero, imágenes, personas, etc.
El pacto que hacemos con Dios, es una alianza para toda la vida, es como un matrimonio en el que le debemos ser fiel siempre.
¿O acaso a usted le gustaría compartir su pareja con otra persona?
A caso compartiría su pareja un fin de semana o unas horas?
Así como no nos gusta que nos sean infieles, tampoco a Dios le gusta que le seamos infieles.
Salmos 101:6 dice, Mis ojos estarán sobre los fieles de la tierra, para que moren conmigo; el que anda en camino de integridad me servirá.
En este versículo Dios ratifica que solo se fijará en los fieles de esta tierra para que moremos con Él.
No podemos servir a dos Dioses, porque llegará el momento en que agradamos a uno y desagradamos al otro.
También debemos cuidar nuestro vocabulario, pues cuando decimos palabras soeces o groserías estamos alabando a satanás, y no podemos con esa misma boca alabar a Dios.
Tampoco podemos revolver las cosas materiales o mundanas con las cosas espirituales.
La casa de Dios es sagrada y solamente la utilizaremos para hacer la obra de Dios y todo lo que sea referente a Dios, y de ninguna manera será utilizada para hacer cosas materiales o mundanas.
Por ejemplo, no podemos hacer la obra de Dios y a la vez hacer política; son dos cosas totalmente distintas, es como el agua y el aceite, no se pueden mezclar.
Muchos cristianos piensan que Dios necesita de un hombre político para hacer su obra, y esto es totalmente falso, Dios no necesita de nadie, Él es omnipotente.
Son los hombres los que necesitan de Dios, pero nunca Dios necesitará de un hombre.
Tengan presente que, siempre se hará la voluntad de Dios, nunca la voluntad de un hombre.