La unión de un hombre y una mujer es para siempre, después del matrimonio el hombre y la mujer forman una sola carne, es decir, son inseparables, pues lo que Dios ha unido no lo separa el hombre.
Esta unión debe ser tomada muy enserio, deben unirse por amor, pues el amor todo lo soporta y todo lo perdona.
El matrimonio no es fácil, debido a que tanto hombre como la mujer vienen de dos culturas y costumbres diferentes, y tienen que buscar un punto medio en el cual juntos se sientan cómodos y felices.
Esta transición no es fácil, necesita de mucha comprensión y tolerancia con su pareja.
El dialogo y el deseo de hacer feliz a su cónyuge, facilita este proceso.
Algunas veces por falta de dialogo, comprensión y tolerancia, buscan soluciones erróneas fuera del matrimonio.
Estas falsas soluciones solo complican las cosas y las llevan a un punto de no retorno.
Aunque haya amor, es difícil perdonar una traición.
Tanto el hombre como la mujer deben ser fieles a su pareja; a nadie le gusta ser traicionado, ¿entonces porque traicionar a su pareja?
Dios no acepta el adulterio, y lo juzgará, así lo podemos ver en Hebreos 13:4 que dice: Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales.
Dios manda respetar y ser fiel a su pareja, para que juntos vivan en armonía toda la vida.