Hijo mío, aprende siempre a decir la verdad, que de tu boca solo salga palabras sinceras; Los labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen verdad son su contentamiento. (Proverbios 12:22).
No debes invocar y alabar mi nombre con la misma boca que mientes y difamas, pues no llegarán a mí tus oraciones y alabanzas.
Acaso tu aceptarías y premiarías a tu hijo cuanto él te miente? O te agradaría que tu pareja te mienta? O si tu amigo te miente, le tendrías confianza? O acaso ascenderías a un empleado mentiroso?
Así como a ti no te gusta que te mientan, tampoco tu prójimo le gusta que le mientas.
No le hagas a tu prójimo lo que no te gustaría que te hicieran; esta es la base de una sana convivencia.
Quién miente es esclavo de la mentira, y tendrá que vivir temeroso de ser descubierto o peor aún, tendrá que vivir escondiéndose e inventando más mentiras.
El que dice la verdad, saldrá siempre con la frente en alto, pues vivirá tranquilo sin ningún temor.
Desafortunadamente en el mundo en que vivimos es costumbre mentir, y la sociedad lo acepta como algo normal. De hecho, los padres enseñan a mentir a sus hijos desde pequeños; cuando se miente frente a los niños, ellos lo toman como algo normal, y peor aun cuando les dicen a sus hijos que digan mentiras a otras personas, como por ejemplo a sus acreedores. Pero cuando los hijos comienzan a mentirle a sus padres, estos dicen no saber el por qué les están mintiendo y tienen el descaro de decir que no saben que hicieron mal en su crianza.
Decir siempre la verdad hará que sus amigos y familiares le tengan confianza, la cual es la base de toda relación, ya sea laboral, sentimental o de amistad.
Donde hay mentira hay desconfianza, hay pleitos y separación. Pruebe a decir la verdad siempre, y verá que su vida se hará más liviana.