En la Santa Biblia hay miles de promesas que Dios nos hace para que se cumpla en nuestras vidas.
Estas promesas serán dadas a todo aquel que decida hacer un pacto con Dios y obedezca todas sus enseñanzas y mandamientos.
Algunos ejemplos de promesas son las siguientes:
En Isaías 40:31dice: pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Efectivamente los que recibimos esta promesa pasamos a tener una mente más joven, sin importar nuestra edad.
Nuestro cuerpo rejuvenece, tenemos más vigor, más resistencia;
Gracias a las promesas de Dios, a mis 59 años, no me duele nada, no tengo problemas de salud, no hago dietas, como de todo lo que me provoca, no tomo medicamentos, y sobre todo, no necesito de un médico.
En Mateo 11:28 dice: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
En 2010 hice un pacto con Dios, me convertí en cristiana, y es algo de lo que no me arrepiento, pues a partir de ese momento mi vida y la de mi familia comenzó a transformarse, poco a poco se fueron solucionando todos mis problemas, y poco a poco nos fue bendiciendo.
Hoy tengo una vida feliz y tranquila, mis hijos son muy bendecidos, y sobre todo contamos con la protección de Dios.
Antes veía los problemas como un gigante, los cuales me hacían sufrir y no me permitían ni siquiera dormir.
Hoy veo los problemas insignificantes, porque tengo la certeza que pronto se van a resolver, pues se los entrego a Dios y Él los soluciona a mi favor.
Durante la pandemia, en mí no había ningún temor, tenía la certeza que Dios nos protegería del virus, razón por la cual no tenía ningún cuidado especial.
Yo era la encargada de salir por las provisiones, y salía sin ningún tipo de temor, sin ningún cuidado especial, solo usaba tapabocas porque era obligatorio, y no porque lo necesitara.
Así fue como ningún miembro de mi familia fue contagiado y todos pensaban que éramos inmunes, sin saber que nuestra inmunidad venia de Dios.
Otra promesa la vemos en Filipenses 4:6-7 que dice: Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Nuestra fe en Dios nos permite esperar tranquilamente a que se cumplan nuestros deseos, solo debemos pedir tranquilamente en oración y confiar que cuando sea oportuno Dios nos concederá nuestras peticiones.