Nuestra gratitud hacia Dios

Debemos ser siempre agradecidos con Dios, tanto cuando estamos bien, como cuando enfrentamos luchas.

Mantener agradeciendo a Dios por todo, es una forma que reconocer su grandeza y nuestra total dependencia de Él.

Todo en esta vida tiene un propósito, una razón de ser, ya sea para quebrantar nuestra voluntad, y así alejarnos de las cosas herradas, o que simplemente es la forma de transformar nuestras vidas y llenarnos de bendiciones.

Cuando dejamos nuestras vidas en las manos de Dios, Él hace muchos cambios para mejorar todos los aspectos de nuestra vida.

Dios todo lo sabe y todo lo ve, es por eso por lo que Él sabe que es lo mejor para nosotros; de hecho, sus planes son mucho mejores que los nuestros.

A veces pensamos y creemos firmemente que determinada situación nos hará mucho bien, pero en realidad es algo que nos va a traer muchos problemas y sufrimientos; es por esto por lo que debemos dejar que Dios dirija nuestras vidas, porque Él nos llevará por un camino de paz y tranquilidad.

Aceptar que dependemos 100% de Dios, nos permite reemplazar nuestra ansiedad en tranquilidad.

Solo debemos enfocarnos en Dios, y no en nuestros problemas; es así como Dios comienza a actuar en nuestras vidas.

Siempre que enfrentemos problemas difíciles, debemos recordar que no estamos solos, que Dios está con nosotros y sobre todo, que Él nos ama y siempre nos dará la victoria. Solo Dios puede transformar toda prueba o problema difícil en una bendición para nuestro bien.

 “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. 1 Tesalonicenses 5:18

“Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás”; 2 Tesalonicenses 1:3

 “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”. Colosenses 3:17

“dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Efesios 5:20

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